Un claro ejemplo de ello, es el cráter del Ngorongoro, un lugar mágico dónde la naturaleza todavía existe en su estado más puro y salvaje, que además proporciona no sólo un refugio seguro a la fauna salvaje sino también un lugar de estudio para los científicos, debido a que sus poblaciones de animales salvajes están aisladas de las del resto del país.
Reseña histórica: El ecologista Bernhard Grzimek, decidido pionero de la defensa de la causa de la vida salvaje en África oriental, describió al cráter Ngorongoro como el zoo más grande del mundo y el más gigantesco anfiteatro natural perfectamente acondicionado para observar los movimientos de grandes manadas y estudiar diferentes especies.
Dentro de dicho territorio se encuentra también, entre otros recintos naturales únicos en el mundo, la Garganta de Olduvai, la cual es conocida por muchos como “la cuna de la humanidad.” Ésta está ubicada en la parte plana del Área de Conservación de Ngorongoro. En este sitio, los arqueólogos Mary y Louis Leaky descubrieron, en 1930, los restos más antiguos del género de la especie humana que se han hallado hasta el momento, denominado homo habilis. Se calcula que estos huesos datan de aproximadamente 2 millones de años.
¿Por qué se llama así? ¿De dónde viene el término Ngorongoro? La respuesta es un misterio. Hay quienes opinan, según declaraciones de una agencia de conservación de África oriental, que ese era el nombre de un artesano masai que vivía en el cráter y fabricaba cencerros. Otros sostienen que viene de un grupo de valientes guerreros derrotados por los masai en una batalla que tuvo lugar hace ciento cincuenta años.
¿Dónde se sitúa? El famoso cráter Ngorongoro está situado a 180 km al oeste de Arusha, en las tierras volcánicas de Tanzania.
Se encuentra dentro del Área de Conservación de Ngorongoro, un territorio mucho más extenso que la hendidura, pero con características igualmente sorprendentes. En 1979, la UNESCO le confirió el título de Patrimonio de la Humanidad a la zona que abarca dicha área, a la cual muchos consideran la octava maravilla del mundo.
En las proximidades se observa también el cráter Empakaai, con un lago profundo en su interior, y el volcán activo Oldonyo Lenga.
Además se encuentra a algunos kilómetros del Parque Nacional Serengueti, una de las mayores reservas ecológicas del continente.
Para llegar hasta este maravilloso escenario natural, hay que contratar obligadamente una excursión guiada en la ciudad de Arusha (urbanización más próxima a la reserva), ya que no está permitido el acceso al parque de personas por su propia cuenta, dado que es necesario no sólo que conozcan el camino, sino además, que tengan una serie conocimientos en lo que a comportamiento animal respecta, ya que al ser un bioma tan extenso, en cualquier lugar pueden aparecer animales salvajes y provocar una fatalidad si no se sabe de qué manera reaccionar.
¿Cómo es? El Ngorongoro es un majestuoso volcán que se sitúa a 2.600 m sobre el nivel del mar, en sus bordes, mientras que dentro del cráter la altitud es de 1.800 metros. Tiene 20 kilómetros de extensión. Está enclavado en el corazón de la sabana y debido a su inactividad casi milenaria, alberga en el interior de su cráter una importante reserva de unos 25.000 animales: Leones, elefantes, búfalos, antílopes, buitres, águilas, rinocerontes, cebras, ñus, chacales, hipopótamos, hienas, aves acuáticas, monos, pitones…
El cráter reune en su profundidad todos los colores del arco iris: amarillo en sus secciones de planicie, naranja en las piedras que lo rodeaban, verde en su hierba y sus arbustos, rojo en el cielo por la inminente caída del sol, y un rosado muy llamativo en una esquina del enorme lago azul que ocupaba el centro del cráter.
Pero más allá de la belleza natural, lo que más fascina a los viajeros que llegan hasta este lugar, es la posibilidad de relacionarse con los nativos masai, uno de los grupos étnicos más importantes que habitan en la base del volcán y que generalmente se encuentran pastoreando las ovejas, enfundados en sus típicas túnicas rojas y con unos llamativos collares de marfil, que los usan a modo de adorno tanto en el cuello como en la cabeza.
Las barreras geográficas que encierran a los animales dentro de este espacio considerablemente limitado, combinado con las restricciones en el número de visitantes que pueden descender al cráter cada hora, hacen del Ngorongoro uno de los mejores lugares que existen para recorridos de safari.
Los reglamentos para la construcción de hoteles y campamentos en el área del cráter también son particularmente estrictos, por lo cual el turismo es más limitado que en otros destinos de atractivo similar. Dentro de la hendidura, es prohibida la estancia de seres humanos por la noche, (incluso los masais), muchos de los cuales practican sus actividades pastoriles en el cráter, deben entrar y salir todos los días.
¿Cuándo y cómo se formó? El Ngorongoro se formó hace unos veinte o treinta millones de años. En realidad es el cráter de un volcán inactivo cuyas fronteras naturales ha permitido desarrollar diferentes microsistemas en un área muy pequeña. Un bosque, la Sabana, un río con su lago natural, charcas saladas y tierras áridas se encuentran concentradas en un área no mayor de 20 kilometros de diametro. Su formación comenzó cuando se formó el gran Valle del Rift. Los materiales derretidos que ascendían a través de las fallas, a lo largo de esa enorme grieta, determinaron un gran número de volcanes en toda la región, conocida actualmente como las Crater Highlands. Mucho más tarde, hace cinco millones de años, el monte Ngorongoro alcanzó su máxima altura, 4.570 metros aproximadamente, pero millones de años después, la actividad geológica desarrollada a lo largo del citado Valle del Rift se desvió hacia el este y, como consecuencia, el monte Ngorongoro y otros volcanes de las Crater Highlands se extinguieron. Pero con anterioridad, cuando, quizás, por última vez el volcán entró en erupción, se creó un gran espacio en la cámara de magma subyacente. Por lo tanto, el cono se fue hundiendo por secciones, y finalmente derrumbándose más abajo, en una cámara parcialmente vacía. Este hundimiento produjo la gran caldera del Ngorongoro; una gigantesca depresión en forma de cráter volcánico.
Hoy en día, el punto central del Ngorongoro es, de hecho, una caldera, la más grande del mundo sin agua ni rupturas, y no un cráter, como se le suele denominar. Una caldera tiene varias veces el diámetro del orificio por el que una vez el volcán esparció lava y cenizas en el campo circundante. La caldera se forma por el derrumbe o colapso interno del volcán.
Meteorología y clima: El Ngorongoro, al igual que gran parte del este de África, está sujeto a dos períodos de lluvias anuales muy diferenciados: las lluvias breves de noviembre y diciembre y las lluvias prolongadas, generalmente más intensas, de marzo a mayo.
Son lluvias que dependen de los dos monzones de la India, que arrastran hacia el interior nubes cargadas de humedad que se precipitan al encontrarse con las tierras altas. Las lluvias breves suelen proceder del noreste, mientras que las prolongadas provienen del sudeste.
Cuando las nubes de lluvia se desplazan desde el mar, encuentran a su paso muchas cadenas montañosas y, por lo tanto, pierden gran parte de su humedad antes de llegar al Ngorongoro.
En el Ngorongoro, la mayor parte de las lluvias precipitan sobre las laderas oriental y occidental, nutriendo así la reserva forestal, intercalada por claros de hierba. Por el contrario, el lado occidental del Ngorongoro recibe, comparativamente, muy poca humedad, y la zona se encuentra en lo que se describe como "sombra pluviométrica".
Curiosidades: Hay un libro escrito por Jordi Serrallonga titulado "Los guardianes del lago" que describe la vida de los masaais en Tanzania. Con un gran sentido del humor, el autor explica las anécdotas de un arqueólogo que marcha a este país para estudiar los orígenes de la humanidad y poco a poco se va integrando en la comunidad de este pueblo.
Para finalizar… A diferencia de la mayoría de las poblaciones de animales salvajes de África oriental, que en las últimas décadas han visto disminuir dramáticamente sus efectivos, la zona del cráter de Ngorongoro ha experimentado un continuo crecimiento. Pero ocurre que, por haberse reducido el número de hábitats que rodean la región, el cráter Ngorongoro se halla en la actualidad peligrosamente cargado y, en consecuencia, se perfila ya la amenza de una posible y quizás no muy lejana pérdida de los recursos naturales que hoy permiten la vida en ese inmenso parque.
El agua, que dentro de su abundancia es limitada, y los bosques envejecidos y explotados con exceso no podrán sostener indefinidamente esa numerosa y variada población animal. Y si el suministro de alimentos llegara a menguar, el problema podría convertirse en una situación desesperada. Ante una emergencia de este tipo los animales deberían poderse trasladar, pero eso sería demasiado difícil y laborioso.
Si el pueblo de Tanzania será o no será capaz de encontrar la manera de asegurar la existencia de esos animales y de preservarlos de los riesgos, es una cuestión muy azarosa cuya solución no se puede definir. Pero lo que sí se puede asegurar es que sea cual sea la solución, de ella dependerá el destino final de todos esos animales y hasta del mismo cráter Ngorongoro.